¡Oh Amor, Amor! ¡(...) ¿Quién te dio tanto poder? ¿Quién te puso nombre que no te conviene? Si amor fueses, amarías a tus sirvientes; si los amases, no les darías pena (...) Dulce nombre te dieron; amargos hechos haces. Alegra tu sonido; entristece tu trato. ¡Bienaventurados los que no conociste o de los que no te curaste!

Fernando de Rojas
La Celestina